El Realismo es una corriente filosófica que tiene un enfoque ontológico centrado en la existencia de objetos independientes de la mente humana. La ontología es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de la realidad, y el Realismo defiende que el mundo que nos rodea tiene una existencia independiente de nuestras percepciones o pensamientos sobre él. Esto tiene implicaciones éticas que merecen ser exploradas.
El Realismo es una corriente presente en la filosofía occidental desde la antigua Grecia. Platón defendía que las ideas abstractas, como la justicia o la belleza, tienen una existencia real y son independientes de la percepción humana. Aristóteles, por su parte, sostiene que la realidad posee una estructura objetiva que puede ser conocida mediante observación y análisis. En la Edad Media, el Realismo fue una corriente importante en la teología y la filosofía escolástica. Con la llegada del Renacimiento y el pensamiento humanista, el Realismo pierde terreno en favor del nominalismo y el empirismo, que hacen hincapié en la experiencia individual y la subjetividad del conocimiento. En la filosofía contemporánea, el Realismo metafísico es una corriente activa que defiende la existencia objetiva de universales y propiedades, mientras que el Realismo científico sostiene que las teorías científicas corresponden a la realidad física subyacente a los datos empíricos.
El Realismo tiene ciertas implicaciones éticas que son importantes de considerar. Si el mundo existe de manera objetiva, independiente de nuestra percepción sobre él, entonces nuestros juicios morales no pueden tener un fundamento subjetivo o arbitrario. El Realismo ético sostiene que la moralidad es una característica intrínseca del mundo, y que hay verdades objetivas acerca de lo que es correcto e incorrecto. Esto implica que la moral no puede ser reducida a meras preferencias culturales o individuales, sino que hay criterios objetivos y universales que determinan la moralidad de ciertas acciones. Por ejemplo, el Realismo ético defiende que la tortura o el genocidio son actos moralmente incorrectos, independientemente de que una cultura o un individuo los considere aceptables.
El Realismo ético también tiene implicaciones en la responsabilidad moral. Si hay verdades objetivas acerca de lo que es correcto e incorrecto, entonces los individuos y las sociedades son responsables de actuar de manera acorde con esas verdades. Los actos que van en contra de la moralidad objetiva tienen consecuencias negativas en el mundo, y los agentes que los realizan son responsables de ellas. Esta responsabilidad se extiende más allá de las consecuencias inmediatas, pues su acción va en contra de una realidad objetiva y universal.
Otra implicación ética del Realismo tiene que ver con la justicia distributiva. Si el mundo tiene una estructura objetiva, entonces ciertas cosas tienen un valor intrínseco en sí mismas, independientemente de que las percibamos así o no. Esto incluye bienes materiales, como alimentos o vivienda, así como bienes inmateriales, como el conocimiento o la creatividad. Si aceptamos que hay un valor objetivo en estas cosas, entonces tenemos la responsabilidad de distribuirlos de manera justa en el mundo. El Realismo ético defiende que la justicia distributiva no puede basarse en preferencias culturales o políticas, sino que debe sustentarse en criterios objetivos y universales.
A pesar de sus implicaciones éticas, el Realismo ético ha sido objeto de diversas críticas a lo largo de la historia de la filosofía. Una de ellas es el problema de la diversidad cultural. Si hay verdades morales objetivas, ¿cómo podemos reconciliarlas con la diversidad de criterios morales presentes en diferentes culturas? ¿Cómo podemos decir que la tortura es moralmente incorrecta si hay culturas en las que se practica de manera aceptable? Los defensores del Realismo ético argumentan que hay ciertos criterios universales que se aplican a todas las culturas, pero los críticos sostienen que esta afirmación es etnocéntrica y no tiene en cuenta la multiplicidad de perspectivas culturales.
Otra crítica al Realismo ético es el problema de la objetividad moral. Si hay verdades objetivas acerca de lo que es moralmente correcto e incorrecto, ¿cómo podemos conocerlas? ¿Cómo podemos estar seguros de que nuestras perspectivas son objetivas y no están influenciadas por nuestra subjetividad o nuestra cultura? Los críticos del Realismo ético argumentan que no es posible alcanzar una perspectiva objetiva de la moralidad, ya que todas nuestras percepciones y juicios están influidos por nuestra subjetividad y nuestras experiencias personales.
El Realismo es una corriente filosófica que tiene implicaciones éticas importantes. Si el mundo existe objetivamente, entonces hay verdades morales objetivas y hay responsabilidad moral en el comportamiento humano. Sin embargo, el Realismo ético ha sido objeto de críticas importantes, especialmente en cuanto a la diversidad cultural y la objetividad moral. A pesar de ello, la discusión sobre las implicaciones éticas del Realismo sigue siendo relevante y puede proporcionar un marco conceptual para entender la moralidad de nuestras acciones y decisiones.