La falacia de la pregunta compleja
La falacia de la pregunta compleja es uno de los errores lógicos más comunes en el discurso, especialmente en los debates y las entrevistas. En términos simples, esta falacia implica hacer una pregunta que presupone una respuesta afirmativa o negativa, sin dar la oportunidad de una respuesta alternativa. En el siguiente artículo explicaremos en detalle en qué consiste esta falacia, sus diferentes formas y cómo evitar caer en ella.
¿Qué es la falacia de la pregunta compleja?
La falacia de la pregunta compleja es una forma de manipulación retórica que se caracteriza por hacer una pregunta que presupone una respuesta específica, ya sea afirmativa o negativa, sin dar la oportunidad de una respuesta alternativa o un matiz. La pregunta compleja es compleja porque incluye varios supuestos o premisas que se establecen de antemano y que limitan la respuesta del interlocutor. La persona que plantea la pregunta se aprovecha de esto para tratar de llevar a la otra persona a una posición que él o ella ya ha preestablecido.
Por ejemplo, supongamos que alguien dice: "¿Por qué estás en contra de la guerra y apoyas al enemigo?". En este caso, la pregunta presupone que la persona está en contra de la guerra y apoya a un enemigo, aunque esta podría no ser la verdad. La persona que hace la pregunta tiene como objetivo controlar el diálogo y llevar a la otra persona a una posición que se adapte mejor a su argumento.
Diferentes formas de la falacia de la pregunta compleja
Hay diferentes variantes de la falacia de la pregunta compleja. En la forma más simple, la pregunta presupone una afirmación o una conducta específica de la persona interrogada. Un ejemplo sería preguntar: "¿Por qué siempre abandonas a tus hijos los fines de semana?" Esta pregunta presupone que la persona ha abandonado a sus hijos en el pasado, lo que puede o no ser verdad. La pregunta se utiliza para atacar la credibilidad de la persona.
Otra variante común de la falacia de la pregunta compleja es el uso de preguntas dobles, en las que se formulan dos preguntas diferentes y se espera una sola respuesta. Un ejemplo de esto sería preguntar: "¿Prefieres matar a una persona o robar un banco?". La pregunta presupone que la persona elegirá una de las dos opciones, aunque ambas podrían ser moralmente incorrectas. La persona que hace la pregunta trata de capturar a la otra persona en un dilema moral que no tiene una respuesta correcta.
También existe la forma de preguntas inapropiadas, que se utilizan simplemente para desacreditar a la persona interrogada. Un ejemplo de esto sería hacer una pregunta sexualmente explícita o inapropiada. En ese caso, la pregunta no pretende obtener información relevante sino simplemente ser una forma de intimidación o desacreditación.
Por último, la falacia de la pregunta compleja también puede presentarse en formulaciones más sutiles, como preguntas que presuponen conocimientos específicos, o interrogatorios que intentan llevar a la otra persona a comprometerse con una opinión particular.
Cómo evitar caer en la falacia de la pregunta compleja
La mejor manera de evitar la falacia de la pregunta compleja es hacer preguntas claras y precisas que no limiten la respuesta del interlocutor. Esto implica evitar las preguntas que presuponen una respuesta específica y dar a la otra persona la oportunidad de matizar o especificar su respuesta. Si debemos hacer una pregunta con presupuestos específicos, hay que hacerlos explícitos y preguntar directamente.
Por otro lado, es importante ser consciente de las preguntas que se nos hacen y no responder automáticamente sin considerar los presupuestos subyacentes. Si nos hacen una pregunta compleja, debemos pedir aclaraciones o especificar mejor la pregunta para evitar caer en la trampa y controlar la discusión.
Conclusión
La falacia de la pregunta compleja es una estrategia de manipulación retórica que se utiliza comúnmente en debates, entrevistas y discusiones para controlar la conversación y tratar de llevar a la otra persona a una posición específica. Esta falacia se presenta en diversas formas, incluyendo preguntas dobles, preguntas inapropiadas y formulaciones sutiles, entre otras. Para evitar caer en la trampa, es importante hacer preguntas claras y precisas, y ser conscientes de los presupuestos subyacentes de las preguntas que se nos hacen.