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La crítica al idealismo desde el empirismo

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Introducción

En la historia de la filosofía, la tensión entre el idealismo y el empirismo ha sido una constante. Ambas corrientes han intentado dar una explicación a la realidad y el conocimiento humano, pero a partir de presupuestos muy diferentes. El idealismo ha postulado que la realidad es esencialmente una creación de la mente, mientras que el empirismo ha sostenido que el conocimiento humano procede principalmente de la experiencia sensorial. En este artículo quiero explorar la crítica al idealismo desde el empirismo.

El idealismo y el problema de la mente y el mundo

El idealismo es una corriente filosófica que se ha ocupado fundamentalmente del problema de la relación entre la mente y el mundo externo. Los idealistas han defendido que la realidad no es una entidad independiente de la mente, sino que es creada y constituida por ella. Según esta perspectiva, el mundo no existe como tal fuera de la mente, sino que es una construcción subjetiva. De esta forma, la mente humana estaría en el centro del universo, y todo lo que existe sólo tendría sentido en relación a la conciencia. Esta postura ha sido defendida por filósofos tan relevantes como Platón, Berkeley o Hegel. Para ellos, la forma en que percibimos el mundo depende en gran medida de los elementos conceptuales que nuestra mente aporta. Por ejemplo, para Platón, las cosas que percibimos en el mundo sensible son meras sombras de las Ideas, que son las verdades eternas y universales que existen en el mundo inteligible. De esta forma, la mente humana tiene una capacidad innata para acceder a esas verdades, y la percepción sensorial sólo es una manifestación de esa realidad intelectual.

El empirismo y la crítica al idealismo

El empirismo, por su parte, sostiene que el conocimiento humano deriva de la experiencia sensible, y que la mente no tiene ninguna capacidad innata para conocer verdades universales. Los empiristas han defendido que la mente es una 'tabla rasa' en la que se van inscribiendo las ideas a partir de lo que se experimenta en el mundo. Así, el conocimiento humano es siempre contingente, relativo y limitado. La crítica empírica al idealismo ha sido diversa y ha cubierto diferentes cuestiones. Sin embargo, podemos destacar algunas de las más importantes. En primer lugar, los empiristas han señalado que la doctrina idealista no explica adecuadamente la diferencia entre nuestra percepción directa del mundo y nuestras construcciones imaginarias sobre él. Según esta perspectiva, si todo lo que percibimos es una creación de nuestra mente, no hay motivo para apostar por la existencia de una realidad independiente, que estaría fuera de nuestras construcciones mentales. Sin embargo, parece que nuestra percepción directa del mundo es diferente de nuestras elucubraciones imaginarias. Por ejemplo, si vemos un árbol, sabemos que éste existe independientemente de nuestra conciencia, ya que podemos verlo desde diferentes ángulos y perspectivas. En segundo lugar, los empiristas han criticado el presupuesto idealista de que hay una 'mente' que es la que construye la realidad. Según ellos, tal cosa es una abstracción sin sentido, ya que no hay ninguna entidad llamada 'mente' que exista por sí misma. En cambio, la mente es un conjunto de procesos mentales que tienen lugar en un cerebro físico y que están condicionados por factores biológicos, culturales y sociales. De esta forma, la construcción de la realidad no puede ser el resultado de una actividad solitaria y abstracta, sino que siempre está condicionada por el contexto en el que se produce. Por último, los empiristas también han argumentado que la doctrina idealista conduce a una forma de escepticismo radical. Si todo lo que percibimos es una construcción subjetiva, no hay garantía alguna de que nuestras percepciones sean infalibles ni de que se correspondan con una realidad objetiva. Así, los ideales se enfrentan al problema de cómo validar sus hipótesis acerca del mundo sin recurrir al círculo vicioso de la autenticidad de la mente.

Conclusión

En definitiva, la crítica al idealismo por parte del empirismo es una de las más relevantes y fundamentales en la historia de la filosofía. Los empiristas han señalado que la doctrina idealista no explica adecuadamente la diferencia entre nuestra percepción directa del mundo y nuestras construcciones imaginarias sobre él, ha criticado el presupuesto idealista de que hay una 'mente' que es la que construye la realidad y argumentado que la doctrina idealista conduce a una forma de escepticismo radical. De esta forma, los ideales se enfrentan al problema de cómo validar sus hipótesis acerca del mundo sin recurrir al círculo vicioso de la autenticidad de la mente.