El conocimiento y la evidencia son dos conceptos fundamentales en la filosofía. El primero se refiere a la comprensión que tenemos de las cosas, mientras que el segundo se refiere a las pruebas que tenemos para justificar nuestras creencias. En este artículo exploraremos la relación entre estos dos conceptos y cómo nos ayudan a entender el mundo que nos rodea.
El conocimiento es un tema central en la filosofía y se ha debatido durante siglos qué se puede decir que es el conocimiento. Una posible definición es que el conocimiento es creencia verdadera justificada. Esto significa que para decir que conocemos algo, debemos creer que es verdadero y tener una buena razón para creerlo.
Por ejemplo, si digo que conozco la capital de Francia, no solo estoy afirmando que París es la capital, sino que también tengo razones para creer que esto es así, como haberlo aprendido en la escuela o haber leído sobre ello en un libro de geografía.
Otra cuestión importante en la filosofía del conocimiento es la distinción entre conocimiento proposicional y conocimiento habilidoso. El primero se refiere al conocimiento que tenemos sobre el mundo, como saber que la tierra gira alrededor del sol, mientras que el segundo se refiere a nuestras habilidades prácticas, como saber conducir un coche.
La evidencia es el conjunto de pruebas y argumentos que tenemos para justificar nuestras creencias. La evidencia puede ser de diferentes tipos, como la experiencia sensorial, el testimonio de otros, la observación empírica o la inferencia lógica.
Por ejemplo, si creo que el cambio climático es real, mi evidencia puede incluir tanto la evidencia científica, como estudios que muestran la temperatura media ha aumentado en las últimas décadas, como la experiencia personal de haber vivido en una zona donde los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes.
Es importante señalar que la evidencia no es lo mismo que la prueba absoluta. Siempre hay alguna incertidumbre en nuestras creencias, incluso aquellas que consideramos conocimiento. Por eso, la evidencia que tenemos para apoyar nuestras creencias puede ser más o menos fuerte.
La relación entre conocimiento y evidencia es estrecha. Como se mencionó anteriormente, para decir que conocemos algo, necesitamos tener una buena razón para ello. Esta razón es la evidencia que tenemos.
Por lo tanto, la evidencia es necesaria para el conocimiento. Si no hay evidencia para una creencia, no podemos decir que la conocemos. Esto se ejemplifica en el famoso problema de Gettier, que argumenta que la definición tradicional de conocimiento (creencia verdadera justificada) es insuficiente, ya que permite casos donde tenemos creencias verdaderas justificadas pero que no podemos considerar conocimiento.
De igual manera, la evidencia es también esencial para la evaluación crítica de nuestras creencias. Si queremos evaluar si nuestra creencia es verdadera o falsa, necesitamos evaluar las pruebas que tenemos a favor y en contra de ella.
La argumentación es el proceso mediante el cual usamos la evidencia para persuadir a otros de nuestras creencias. En una disputa, cada parte presenta argumentos y evidencia para apoyar su punto de vista y trata de mostrar que el punto de vista del otro es incorrecto.
Para que una argumentación sea efectiva, debe ser basada en evidencia, lógicamente consistente y persuasiva. La evidencia es la base sólida sobre la cual se construye la argumentación. Sin evidencia, una argumentación es simplemente un conjunto de afirmaciones sin fundamento.
La argumentación también involucra la evaluación crítica de la evidencia que se presenta. Si alguien presenta una premisa que parece débil o falso, debemos buscar evidencia que la apoye, o podemos descartarla como insuficiente.
Las creencias irracionales son aquellas que no están basadas en evidencia o que son contrarias a la evidencia. Por ejemplo, una persona que cree que la tierra es plana o que la homeopatía puede curar el cáncer tiene creencias irracionales.
Las creencias irracionales son peligrosas porque pueden llevar a decisiones de vida y muerte, como en el caso de las personas que rechazan la vacunación y exponen a otros a enfermedades graves.
Es importante señalar que no siempre es fácil distinguir entre una creencia irracional y una creencia fundada en evidencia insuficiente. La investigación científica nos da una buena forma de distinguir entre ambos, ya que suma evidencia y respalda o descarta hipótesis.
En este artículo hemos explicado la relación entre el conocimiento y la evidencia. Para decir que conocemos algo, necesitamos tener evidencia para justificar nuestra creencia, por lo que la evidencia es esencial para el conocimiento. La evidencia también es necesaria para la evaluación crítica de nuestras creencias y en casos de argumentación para persuadir a otros de nuestras creencias. Por último, hemos discutido la importancia de distinguir entre creencias irracionales y basadas en evidencia insuficiente, y la necesidad de evidencia sólida para hacerlo.