Desde hace siglos, el racionalismo y el escepticismo han sido dos corrientes filosóficas que han generado múltiples debates y diálogos. Ambas buscan explicar el conocimiento y la verdad, pero lo hacen desde perspectivas muy diferentes.
El racionalismo es una corriente filosófica que defiende que el conocimiento se puede obtener a través de la razón y la lógica, y que esta es la forma más fiable y precisa para entender el mundo y sus fenómenos. Según los racionalistas, las verdades del mundo se pueden deducir a partir de principios universales que existen independientemente de la experiencia empirica. La razón humana se considera, por tanto, como la fuente más importante de conocimiento, y se considera que es capaz de llegar a la verdad de los hechos.
El racionalismo ha sido defendido por numerosos filósofos, como René Descartes, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz, entre otros, que consideraban que la razón y la lógica eran la clave para entender la existencia humana y el mundo que nos rodea. Ellos sostenian que la verdad es universal y permanente, independientemente de la experiencia empírica y de las constantes variaciones a las que está sometido que el mundo presenta.
El escepticismo, por otro lado, se enfoca en la duda y en la necesidad de pruebas concretas para poder afirmar cualquier cosa. Esta corriente filosófica sostiene que el conocimiento que se tiene del mundo es limitado y potencialmente susceptible a la interpretación, la subjetividad y el error. El escepticismo propone, por tanto, que no hay verdades absolutas, sino que solo tenemos modelos y aproximaciones que pueden ser mejores o peores en función de las situaciones concretas.
El escepticismo ha sido defendido por filósofos como Sexto Empírico, David Hume y Michel de Montaigne, por nombrar algunos. Para ellos, la razón humana es limitada y las verdades son relativas, por lo que se debe ser crítico y tener en cuenta el contexto y las posibles influencias externas que puedan afectar el conocimiento que se tiene de las cosas.
Estas corrientes son antagónicas, pero no necesariamente excluyentes. El diálogo entre ambas puede resultar enriquecedor en tanto que combinan el conocimiento y la ordenación lógica de los hechos con una actitud crítica y desconfiada hacia dichos hechos. Este equilibrio puede resultar en un conocimiento más rico y en una interpretación mejor fundamentada y en consecuencia más objetiva.
Es necesario entonces distinguir lo que se conoce con precisión y exponer los límites del conocimiento para no caer en afirmaciones que no se sustenten objetivamente. La actitud racional puede conducir hacia afirmaciones absolutas e incluso entrar en la intolerancia. La actitud escéptica, por otro lado, conduce a la falta de evidencia que de base a la elección de nuestras acciones.
La combinación de ambas actitudes supone el análisis de los principios subyacentes de lo conocido y la adopción de una actitud crítica respecto de ellos, sin caer en afirmaciones absolutas, pero apostando por una orientación hacia la verdad que no se deje atrapar por dogmas o prejuicios.
Este diálogo es fundamental en la sociedad actual, en la que se realizan afirmaciones cotidianas y algunos pseudoconocimientos que se generan gracias a la manipulación masiva por parte de algunos medios. La relación entre el racionalismo y el escepticismo puede ser de utilidad para desmontar algunos prejuicios o ciertos supuestos conocimientos que se han cristalizado en la sociedad y que están en consonancia con la tendencia hegemónica del momento.
Debemos tener en cuenta los límites de la razón humana y ser críticos y humildes en nuestro conocimiento de lo que nos rodea. Si nos dejamos llevar por afirmaciones dogmáticas o supuestos conocimientos adquiridos en el ambiente en el que se haya sido criado o en el que tengamos relación debemos preguntarnos ¿será esto cierto?.
En definitiva, el diálogo entre el racionalismo y el escepticismo nos puede aportar una visión diferente y más equilibrada de los conocimientos y las verdades a las que podemos acceder, permitiéndonos profundizar más en las cosas y comprender mejor el mundo que nos rodea.